La lluvia, la nieve o el viento averían frecuentemente las antenas, pero ¿en qué medida afecta el calor?
Al estar en el exterior, las antenas y el cableado son los primeros en sufrir las temperaturas extremas. El calor endurece la carcasa de los cables coaxiales, llegando a desgastarlo con el paso de los años. En algunos modelos de antena, los dipolos están sujetos con un soporte de plástico que con el paso del tiempo y una fuerte tormenta puede llegar a desprenderse de la propia antena.
Fuentes de alimentación, amplificadores monocanales, centrales programables y amplificadores de línea son los más susceptibles de sufrir una avería al estar instalados en lugares con poca ventilación como camarotes y patinillos. La temperatura máxima de trabajo suele ser de 45 grados centígrados.
Otro problema que llega con el verano es el fading. En zonas con mar, calor y humedad puede llegar a debilitarse la señal en las horas centrales del día, cuando las temperaturas son más elevadas.
Por último y también muy habituales, las tormentas de verano acompañadas de granizo y rayos pueden ocasionar graves averías en las instalaciones de televisión. No es lo habitual, pero si un rayo alcanza la antena de TDT, puede llegar a dañar desde la cabecera de amplificación hasta la toma de televisión de los vecinos o los propios televisores.
La granizada del 1 de julio de 2009 en Vitoria-Gasteiz fue tan violenta que averió gran parte de las antenas tanto terrestres como parabólicas, rompiendo directores, reflectores, LNBs y llegando a doblar los platos de las antenas parabólicas.