La inseguridad y la bajada de precios junto con el boom de la rehabilitación de portales han empujado a muchas comunidades a instalar un videoportero como control de accesos.
A la hora de instalar un nuevo portero automático muchas son las comunidades que todavía dudan entre incorporar o no un sistema de vídeo. Aun habiendo un pequeño salto de precio entre un telefonillo y un monitor, las distancias cada vez son más cortas y se hace más asequible mejorar las instalaciones a las necesidades de la actualidad.
Aparte de darnos un plus de seguridad al ver quien quiere acceder a nuestra comunidad, desde nuestro monitor podemos realizar infinidad de acciones: encender una luz, abrir la puerta del ascensor o una puerta motorizada y un largo etc. Depende de la marca a instalar, los monitores nos dan diferentes opciones adicionales, como desviar la llamada a un móvil si no estamos en nuestro domicilio o captar automáticamente una fotografía de la persona que nos ha visitado en nuestra ausencia.
La tendencia ha ido variando a lo largo de los años. Los primeros porteros con cámara en España se empezaron a fabricar en los años 80, y necesitaban 8 hilos más un cable coaxial para funcionar. Los monitores llevaban pantalla de tubo de vacío, y en la calle se usaba una enorme telecámara como las de los circuitos cerrados de TV.
En la actualidad con la llegada de la era digital todos los sistemas se han simplificado necesitando apenas dos hilos para dar servicio a la comunidad. Las cámaras son minúsculas, a color y de hasta tres megapíxeles. En los domicilios podemos encontrar desde monitores empotrados que quedan a ras de la pared hasta unos de tamaño medio para suplir los antiguos equipos.
Los precios y los nuevos sistemas facilitan enormemente actualizar una instalación de portero a videoportero, siendo lo más laborioso la sustitución de la caja de empotrar de la calle. El resto de la instalación se aprovecha con pequeñas modificaciones, imperceptibles para el usuario final.